En la actualidad, el ejemplo más claro de comercialización
podría ser el fenómeno zombie, que si bien hasta hace unos años era un
subproducto para un mercado muy reducido, gracias a grandes producciones de
cine, ha visto incrementado el mercado hasta el punto de hacer una serie temática:
“The walking dead”.
Una serie que, por cierto, sigo con asiduidad.
Mi pasión por el fenómeno zombie empezó cuando ví la primera película del género. La noche de los muertos vivientes llamó mi atención desde el primer instante. Lo que no consigo recordar es si me inicié con la original de George A. Romero o lo hice con el remake de Tom Savini. Ambas me gustan por igual, aunque tal vez la original sea la cinta más mítica.
Al margen del contenido como género de terror, la crítica social que tiene me parece fascinante.
Una serie que, por cierto, sigo con asiduidad.
Mi pasión por el fenómeno zombie empezó cuando ví la primera película del género. La noche de los muertos vivientes llamó mi atención desde el primer instante. Lo que no consigo recordar es si me inicié con la original de George A. Romero o lo hice con el remake de Tom Savini. Ambas me gustan por igual, aunque tal vez la original sea la cinta más mítica.
Al margen del contenido como género de terror, la crítica social que tiene me parece fascinante.
La más reciente comedia “Zombies party” (Shawn of the dead)
me pareció una fantástica adaptación hacia unos derroteros más distendidos, aunque con
mayor contenido aún en crítica social.
La asociación entre muerte y Heavy Metal está ligada
prácticamente por definición, como quien dice.
Es una fuente de inspiración casi interminable para
portadas, letras, discos, nombres de grupos, etc. Incluso hay un subgénero que
de forma expresa fue bautizado como Death Metal, proyectando en dicha
subcultura una fuente de inspiración muy delimitada y concreta.
La lista de formaciones asociadas a este género es una
competición por ser la más controvertida. Aunque la técnica musical siempre es
el adalid principal y al final es el detonante para que una banda realmente
triunfe, tener una portada censurada siempre es un aliciente para que los
seguidores se interesen por el grupo. La ilustración más retorcida siempre es
la más laureada y, como poco, goza de unos minutos de gloria y consigue
repercusión. El contexto más morboso siempre es el que al final se lleva la
reprimenda de las asociaciones más conservadoras y, por tanto, la más comentada
entre las hordas de seguidores. Para ello hay dos tipos de reclamo: el realismo
y la ciencia ficción. En ambas hay gran carga emocional, aunque la diferencia
está en que uno es una imagen real y ajena completamente a la música y la otra
sólo expresa ideas que jamás podrían llegarse a materializar y que por lo
general son concebidas de forma exclusiva para adornar el contenido del disco.
En el primero de los casos, la realidad simplemente supera a la ficción. Los
sucesos horribles nos acompañan en nuestro día a día. No se puede culpar al
mensajero. Y en el segundo, sencillamente las ilustraciones son un reflejo de
lo que inspira el contenido del disco.
Como fuente inspiración tiene la capacidad de poder mutar,
transformarse o asociarse a otros conceptos, como la religión. De este modo hay
otros subgéneros estrechamente ligados a la muerte, como son el Black Metal o
el Blackened Death Metal, donde la muerte y la religión crean un vínculo en el
que el trasfondo se difumina y se crea un nexo entre la vida, la muerte y el
culto. De forma social y antropológica se perpetúa el contexto de deidad y
muerte, pero desde un plano más filosófico que dogmático. La razón se impone a
la religión, aunque reconociendo de forma racional que la muerte es el fin de
la vida y que el Hombre necesita explorar lo desconocido.
Hasta aquí todo seguidor estará de acuerdo conmigo:
La muerte forma parte del Heavy Metal de forma muy estrecha.
Si hay voces que afirman que el Heavy Metal es como una religión es porque la
búsqueda de la razón y el misterio de la vida se haya muy presente en él.
La Muerte.
El
principio de todo fin y el final de todo principio. La inexorable y carismática
presencia de la mujer de negro. ¿Acaso no son las religiones una canalización de ese miedo
tan primario a lo desconocido como es la muerte? ¿Acaso las religiones no basan su principal dogma en saciar el miedo irracional de los feligreses al más allá
que los atormenta desde el día que nacen?
No hay una respuesta absoluta a la pregunta. De ahí que
sintamos la necesidad de aferrarnos a algo tangible que de respuesta a lo
intangible.
El Metal Gótico o Gothic Metal también tiene una evidente
inspiración por la muerte. De hecho, el mismo nombre está asociado directamente
al romanticismo. El verdadero.
Más piadoso y dulce en sus formas, adornado con melodías más
agradables que cortejen y edulcoren el momento temido por el oyente. El fin es
el mismo que el Death Metal, pero el camino es distinto, aunque en algunos puntos
del viaje se pueden cruzar o entrelazar.
El matiz fundamental está en el error que suele cometerse al
prejuzgar esa pasión por lo oscuro que hay en el más allá. Generalmente desde
el exterior se suele tildar, tanto a los seguidores como a los hacedores, de
gente morbosa y retorcida: sociópatas y psicópatas al borde del suicidio social
que buscan (o buscamos) en la muerte una herramienta para intimidar y realizar
vulgares muestras de fuerza e provocación.
Esos reproches han llegado en innumerables ocasiones
precisamente desde púlpitos, situados en iglesias centenarias ataviadas con sus
arcos ojivales, rosetones y esculturas cargadas de imágenes terroríficas, sin
duda destinadas a atormentar a cualquiera que se atreviese a mirarlas
fijamente.
Tal vez todos estos años de reproches han sido en realidad
intentos por conservar su propio negocio y su propia campaña de márqueting y
finalmente han desistido en explotar o, al menos dejar de hacerlo en exclusiva,
lo que en realidad nunca les ha pertenecido.
La gente ya no quiere que se le inculque miedo. La
gente quiere respuestas para saciar su curiosidad y al no conseguir la certeza
como réplica, necesita apaciguar su frustración con algo más que temor al
castigo.
En la calle no se llega a comprender que la pasión que
hay en el Heavy Metal por la muerte está basada en los mismos preceptos que hay
en las religiones. La muerte no nos es en absoluto algo ajeno, sino que somos
extremadamente sensibles a ella. De hecho, nuestra cercana forma de rodearnos y
acompañarnos por imágenes sombrías es el modo más sencillo y directo de
acercarnos con respeto a ese fatídico momento que todos tememos. Simplemente,
nuestra forma de abordar el tema es más terrenal que divino. Explícito: directo.
No somos en absoluto indiferentes al dolor, a la miseria o
al sufrimiento humano. Sólo alejamos los fantasmas precisamente hablando de
ellos.
Negar lo evidente no es la forma madura de afrontar un
problema o una situación incómoda. Tal vez una terapia de choque sea una forma
demasiado visceral para aprender a convivir con algo que te atormenta, en
cierto modo, pero taparse los ojos y fingir su ausencia no es en absoluto una
solución.
Así mismo, la afición por el cine de terror podría asociarse
perfectamente en esta exposición, ya que encaja en el aspecto antropológico de
lo que aquí intento expresar.
Sentirme atraído por actos de extrema violencia, catástrofes
o accidentes, poco se asemeja con el placer de ver imágenes reales de
sufrimiento... Es lo opuesto.
Hay que diferenciar lo divino de lo terrenal, la teoría de
la práctica y la curiosidad del morbo.
Sin duda tiene que haber un ápice de curiosidad en el
estudio de la medicina forense y sin duda que así empezó, estigmatizada por los
mismos que saciaban su morbo, esta vez sí, inventando torturas para los
acusados de prácticas, a sus ojos, deleznables. El ser humano es así.
Lo único que nos hace iguales es, precisamente, la muerte.
Mucho se ha escrito sobre los detonantes a la hora de juzgar
los crímenes. Hay un sinfín de casos en los que el Heavy Metal o el Rock han
tenido un papel muy importante a la hora de determinar los motivos que conducen
a una persona a cometer atrocidades.
Desde el principio de la música Rock y el Heavy se ha
tratado de estigmatizar a los músicos y a esta música porque se la acusa de
“incitar” a la violencia o ha salido a la luz que un determinado criminal
solía escuchar algún grupo en concreto.
Los casos en los que la música se ha visto involucrada como
incitadores son ilimitados. Tal vez los más conocidos sean los casos de Ozzy
Osbourne, Judas Priest, Marilyn Manson, Metallica o Slayer…
Por otro lado, sí que es cierto que en el Heavy Metal y
sobretodo en subgéneros más extremos como el Black Metal y el Death Metal, los
episodios violentos en los que los protagonistas son los propios músicos, son
bien conocidos.
En ambos casos, lo que es evidente es que hay que
diferenciar entre cometer un delito y que te acusen de incitador. Utilizar la
violencia como catalizador social y que se malinterprete, no es culpa del
músico. Los crímenes los cometen perturbados mentales y hay que buscar la raíz
del problema desde lo evidente. No se puede acusar al Heavy Metal cuando un
seguidor comete un crimen. Bajo ese paradigma, habría que realizar un estudio
sobre qué gustos musicales tiene un acusado siempre que se le vaya a juzgar.
Nunca trasciende que alguien escuche Mozart o Verdi, pero sí su pasión por
Cannibal Corpse u otras bandas.
Se mire por donde se mire, no tiene ningún sentido. Que un perturbado afirme haber escuchado la voz de Dios y que éste le obligaba a cometer un acto determinado no significa que, no digo ya que sea una evidencia de la existencia de una deidad, sino que se le pueda culpar como agitador...
Se mire por donde se mire, no tiene ningún sentido. Que un perturbado afirme haber escuchado la voz de Dios y que éste le obligaba a cometer un acto determinado no significa que, no digo ya que sea una evidencia de la existencia de una deidad, sino que se le pueda culpar como agitador...
Describir actos de violencia en las letras de algunas
canciones es un signo de adoración por lo macabro, pero como una manera de purgar
y ahuyentar los miedos más básicos de las personas, compartiendo y haciendo
partícipe a otros de ese miedo. Nadie mentalmente sano se siente atraído por el
sufrimiento ajeno. La necesidad de retratarlo es una manera de alejar el miedo
a ese sufrimiento.
¿Cuál es el motivo para seguir viendo el telediario todos
los días? ¿Realmente necesitamos estar informados con imágenes explícitas?
Este
es un tema muy controvertido y que en realidad se alejaría del hilo que estoy
exponiendo, aunque lo cierto es que, si hay un nexo, es sin duda el hecho de
que seguimos viendo el telediario a sabiendas de que el contenido dista mucho
de ser agradable. ¿A caso lo necesitamos?
Por otro lado y volviendo a lo que teorizaba antes: ¿Los periodistas son morbosos?
Por otro lado y volviendo a lo que teorizaba antes: ¿Los periodistas son morbosos?
Lo que he aprendido en todos estos años de calaveras es que
en absoluto me considero una persona poco sensible, sino todo lo contrario. Y
en mis años de “estudio” me he dado cuenta de que, precisamente los seguidores
del Heavy Metal, somos tal vez incluso más sensibles. No puedo decir que seamos
“más” sensibles por el hecho de escuchar un determinado tipo de música, pero sí
que estoy en una posición privilegiada para aseverar que somos sensibles.
La muerte es un escudo invisible que nos dota de la protección necesaria para ahuyentar la amenaza de gente insensible, tal vez. Y la mejor forma de mantener alejada a la gente es con miedo. Y no hay nada más aterrador que alguien te recuerde que, algún día, todo acabará.
La muerte es un escudo invisible que nos dota de la protección necesaria para ahuyentar la amenaza de gente insensible, tal vez. Y la mejor forma de mantener alejada a la gente es con miedo. Y no hay nada más aterrador que alguien te recuerde que, algún día, todo acabará.
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