DISCO: TRASH
AUTOR: ALICE COOPER
PRIMERA EDICIÓN: 1989
AUTOR: ALICE COOPER
PRIMERA EDICIÓN: 1989
... Con una interminable lista de músicos, la
bruja “Alice” se metió en el estudio allá por el año 1989 para grabar
otro disco, con el propósito de dar por finalizada la década de los 80
(los grandes 80). Por aquel entonces nuestro protagonista ya era de
sobra conocido en todo el globo y aclamado en todos y cada uno de los
estadios que llenaba.
Está claro que todo es una cuestión de opiniones y como dijo alguien una vez: “Las opiniones son como el ojo del culo; todo el mundo tiene una”. La mía (y la de mucha gente) es que “Trash” es el mejor disco en la carrera de Alice Cooper. No ha vuelto a igualar la calidad compositiva hasta la fecha en ningún otro de sus posteriores trabajos. Sus anteriores redondos tampoco llegaban a la altura general de éste, aunque bien es cierto que tiene un buen puñado de obras, y como he dicho antes, esto es una cuestión de opiniones.
Para argumentar mis afirmaciones diré que este disco está repleto de “hits” desde el primer al último corte. Rara es la vez que uno se topa con esta clase de trabajos musicales. Es cierto que a base de machacar un disco se puede acabar amándolo... Pero que se reconozca este hecho (que sea algo muy grande) con apenas unas escuchas, es algo harto difícil.
Cuando la carrera de un músico es tan extensa como la de Alice Cooper, y tras más de 20 años de carrera nos ofrezca el disco de su vida, hace que todo el mundo se haga una pregunta: “¿Por qué ahora?”... Sería más lógico pensar que su obra cumbre hubiese sido concebida con anterioridad, por eso de que lo mejor de la mente humana se da entre los veinte y los treinta años de vida... Hombre, toda regla debe tener su excepción para que sea “regla”. Pero si nos paramos a pensarlo, es cierto. Entonces: ¿De dónde se sacó temas como “Poison”, “House of fire” o “Bed of nails”?. ¿Los tenía ya compuestos?. ¿Realmente vendió su alma al Diablo, como dice la leyenda urbana?...
La respuesta tiene un nombre propio, y cuando uno la pronuncia, todo parece cobrar sentido: Desmond Child. Para quien este nombre no le diga nada, decir que es el Rey Midas del Hard Rock de los 80. Todo lo que salía de su mente y era trascrito a un pentagrama, se convertía automáticamente en número uno de ventas. Ha compuesto temas para Bon Jovi, Aerosmith, Kiss, Kane Roberts (en solitario)... Todo tiene una explicación lógica. Ahora todo encaja, ¿verdad?.
No basta con tener un buen puñado de canciones, claro. Hay que rodearse de gente competente para que sepan ejecutarlas con maestría para que lo que es bueno no pierda un ápice de su calidad. Bon Jovi, Steve Lukather, Kane Roberts, John McCurry, Steven Tyler, Richie Sambora...
Así ¿qué puede salir mal? Exacto: nada.
Supongo que no es necesario que diga cómo suena el primer corte del disco, ya que a estas alturas decir Alice Cooper es como decir “Poison”... Aunque claro, este disco es tan grande, que bien podría afirmar que decir Alice Cooper es como decir “House of fire”; “Spark in the dark”, “Bed of nails”... ¿Qué hace que estas canciones sean tan aclamadas? Supongo que parte de la culpa, como ya he dicho, la tiene Desmond Child, creando estribillos irrepetibles y cargados de encanto. La fórmula mágica de cómo convertir la música en algo internacional debió ser un don que alguien le concedió al nacer. La música es internacional, eso está claro. Lo increíble no es sólo el hecho de tener un talento creador de estas características, sino también saber para quién está siendo concebido; saber quién va a interpretar dicha melodía, y si encajará. La voz rasgada de Alice complementa a la perfección con las maneras, la forma, y el mensaje de todos y cada uno de los cortes. Creo que ahí está el secreto de este disco.
Para alguien que no haya escuchado aún esta obra maestra (y espero que esta situación no se prolongue más), debo decirle que tiene la propiedad mágica de transportarte a una época igual de extraordinaria: los años 80, cuna del Hard Rock. El sonido de las guitarras, los arreglos que éstas aportan, el glamour, las Kramer, el Floyd Rose, las chupas de cuero, las botas con flecos...
Lo que también resulta curioso en este disco es que, aparte de los “hits” que ya he mencionado y que de veras creo que ya todo el mundo ha debido haber oído mencionar (como mínimo), es que el redondo cuenta también con canciones más relajadas, a modo de balada, que tienen tantísimo atractivo como las rápidas y pegadizas. No sólo por su belleza, sino también por contar, como acompañamiento, con la voz de Steven Tyler en “Only my heart talkin´” o la guitarra de Richie Sambora en la celebérrima “Hell is living without you”...
Lo dicho: un disco de los que hacen época.
Está claro que todo es una cuestión de opiniones y como dijo alguien una vez: “Las opiniones son como el ojo del culo; todo el mundo tiene una”. La mía (y la de mucha gente) es que “Trash” es el mejor disco en la carrera de Alice Cooper. No ha vuelto a igualar la calidad compositiva hasta la fecha en ningún otro de sus posteriores trabajos. Sus anteriores redondos tampoco llegaban a la altura general de éste, aunque bien es cierto que tiene un buen puñado de obras, y como he dicho antes, esto es una cuestión de opiniones.
Para argumentar mis afirmaciones diré que este disco está repleto de “hits” desde el primer al último corte. Rara es la vez que uno se topa con esta clase de trabajos musicales. Es cierto que a base de machacar un disco se puede acabar amándolo... Pero que se reconozca este hecho (que sea algo muy grande) con apenas unas escuchas, es algo harto difícil.
Cuando la carrera de un músico es tan extensa como la de Alice Cooper, y tras más de 20 años de carrera nos ofrezca el disco de su vida, hace que todo el mundo se haga una pregunta: “¿Por qué ahora?”... Sería más lógico pensar que su obra cumbre hubiese sido concebida con anterioridad, por eso de que lo mejor de la mente humana se da entre los veinte y los treinta años de vida... Hombre, toda regla debe tener su excepción para que sea “regla”. Pero si nos paramos a pensarlo, es cierto. Entonces: ¿De dónde se sacó temas como “Poison”, “House of fire” o “Bed of nails”?. ¿Los tenía ya compuestos?. ¿Realmente vendió su alma al Diablo, como dice la leyenda urbana?...
La respuesta tiene un nombre propio, y cuando uno la pronuncia, todo parece cobrar sentido: Desmond Child. Para quien este nombre no le diga nada, decir que es el Rey Midas del Hard Rock de los 80. Todo lo que salía de su mente y era trascrito a un pentagrama, se convertía automáticamente en número uno de ventas. Ha compuesto temas para Bon Jovi, Aerosmith, Kiss, Kane Roberts (en solitario)... Todo tiene una explicación lógica. Ahora todo encaja, ¿verdad?.
No basta con tener un buen puñado de canciones, claro. Hay que rodearse de gente competente para que sepan ejecutarlas con maestría para que lo que es bueno no pierda un ápice de su calidad. Bon Jovi, Steve Lukather, Kane Roberts, John McCurry, Steven Tyler, Richie Sambora...
Así ¿qué puede salir mal? Exacto: nada.
Supongo que no es necesario que diga cómo suena el primer corte del disco, ya que a estas alturas decir Alice Cooper es como decir “Poison”... Aunque claro, este disco es tan grande, que bien podría afirmar que decir Alice Cooper es como decir “House of fire”; “Spark in the dark”, “Bed of nails”... ¿Qué hace que estas canciones sean tan aclamadas? Supongo que parte de la culpa, como ya he dicho, la tiene Desmond Child, creando estribillos irrepetibles y cargados de encanto. La fórmula mágica de cómo convertir la música en algo internacional debió ser un don que alguien le concedió al nacer. La música es internacional, eso está claro. Lo increíble no es sólo el hecho de tener un talento creador de estas características, sino también saber para quién está siendo concebido; saber quién va a interpretar dicha melodía, y si encajará. La voz rasgada de Alice complementa a la perfección con las maneras, la forma, y el mensaje de todos y cada uno de los cortes. Creo que ahí está el secreto de este disco.
Para alguien que no haya escuchado aún esta obra maestra (y espero que esta situación no se prolongue más), debo decirle que tiene la propiedad mágica de transportarte a una época igual de extraordinaria: los años 80, cuna del Hard Rock. El sonido de las guitarras, los arreglos que éstas aportan, el glamour, las Kramer, el Floyd Rose, las chupas de cuero, las botas con flecos...
Lo que también resulta curioso en este disco es que, aparte de los “hits” que ya he mencionado y que de veras creo que ya todo el mundo ha debido haber oído mencionar (como mínimo), es que el redondo cuenta también con canciones más relajadas, a modo de balada, que tienen tantísimo atractivo como las rápidas y pegadizas. No sólo por su belleza, sino también por contar, como acompañamiento, con la voz de Steven Tyler en “Only my heart talkin´” o la guitarra de Richie Sambora en la celebérrima “Hell is living without you”...
Lo dicho: un disco de los que hacen época.
Xentrix - 30/09/05
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